Pablo Picasso, quizá el mayor artista que ha dado España, se trasladó a Barcelona a la tierna edad de catorce años. Fue aquí donde el joven pintor pasaría algunos de sus años más formativos, y la capital catalana dejaría una huella indeleble en su imaginación.
Más de cien años después, la ciudad que en su día cautivó a algunas de las mayores mentes creativas que el mundo ha conocido sigue viva y respirando en las calles adoquinadas y las pintorescas plazas del casco antiguo.
Acompáñanos a descubrir qué fue lo que encantó a este genio en ciernes y por qué la ciudad sigue atrayendo a bohemios de todo el mundo. Con nuestras bicicletas eléctricas cargadas y listas para salir, recorreremos las callejuelas medievales de El Born y rastrearemos algunos de los primeros pasos del joven Picasso.
Después, cruzando la avenida que ahora lleva su nombre, pasearemos por el encanto finisecular del Parc de la Ciutadella (Parque de la Ciudadela) antes de dirigirnos al Port Olímpic (Puerto Olímpico) para contemplar el impresionante legado de los Juegos del 92.
Desde allí, navegaremos a orillas del Mediterráneo bajo la sombra de las palmeras que bordean el paseo marítimo de la famosa playa de la Barceloneta de Barcelona. En el Port Vell (Puerto Viejo), descubrirá por qué estos barrios costeros son tan importantes para la historia del arte moderno y por qué la ciudad cuenta con tantas catedrales.
Es la mejor manera de conocer las múltiples caras de la Barcelona moderna. Enseguida te darás cuenta de que, a pesar de los numerosos cambios monumentales que han experimentado estos antiguos barrios, ésta sigue siendo la misma ciudad que conoció Picasso.